VERANO EN EXTREMADURA

Queridos amigos/as, seguidores de mi blog. En un breve paréntesis de mis vacaciones os dejo el poema que he escrito en el lugar maravilloso del "Balnneario del Salugral" que está situado en el "Valle de Ambroz" al norte de Cáceres. Ahora nos vamos a la "Tacita de Plata" (Cádiz).
Besos calurosos para todos/as. María.
VERANO EN EXTREMADURA
La luz asola los prados,
despidió las primaveras;
sábanas de rubias eras
arropan soles cansados,
de rojos ensangrentados.
Vierte julio sus calores
con la fuerza más bravía,
al filo del mediodía
viene agostando las flores.
Tras las persianas, amores
sudorosos, anhelantes…
Dibujan frutos prohibidos,
bordan gozos y latidos
con ímpetus fulgurantes,
despiden nardos fragantes.
Un abanico dormita
al fresco de la ventana
en la siesta soberana.
El visillo lo concita
a su encaje que levita
sobre el dintel. Yo despierto
a la cánora insistencia
de las aves en su esencia.
Al bucólico concierto
llegan aromas del huerto.
Los fulgores del verano,
sus auroras transparentes
y el rumor de antiguas fuentes
lanzan un suspiro arcano,
con el fervor más ufano,
por cantarines torrentes.
Entre los chopos, el río,
canta a dúo con la brisa
y por la hierba sumisa
busca aposento el rocío,
en las albas del estío.
Presagiando los lagares
de mostos y de frescura,
la claridad rosa y pura,
por viñedos y olivares
sueña con los encinares
de la noble Extremadura…
María Bote.
El Salugral – julio de 2010
La luz asola los prados,
despidió las primaveras;
sábanas de rubias eras
arropan soles cansados,
de rojos ensangrentados.
Vierte julio sus calores
con la fuerza más bravía,
al filo del mediodía
viene agostando las flores.
Tras las persianas, amores
sudorosos, anhelantes…
Dibujan frutos prohibidos,
bordan gozos y latidos
con ímpetus fulgurantes,
despiden nardos fragantes.
Un abanico dormita
al fresco de la ventana
en la siesta soberana.
El visillo lo concita
a su encaje que levita
sobre el dintel. Yo despierto
a la cánora insistencia
de las aves en su esencia.
Al bucólico concierto
llegan aromas del huerto.
Los fulgores del verano,
sus auroras transparentes
y el rumor de antiguas fuentes
lanzan un suspiro arcano,
con el fervor más ufano,
por cantarines torrentes.
Entre los chopos, el río,
canta a dúo con la brisa
y por la hierba sumisa
busca aposento el rocío,
en las albas del estío.
Presagiando los lagares
de mostos y de frescura,
la claridad rosa y pura,
por viñedos y olivares
sueña con los encinares
de la noble Extremadura…
María Bote.
El Salugral – julio de 2010