SÓLO CRUCES
SÓLO CRUCES
Son los ojos del hambre mi condena,
miradas de pregunta enfebrecida,
incontestable.
Ojos de niños, faros de la pena,
fugaz aurora, grito de la herida
inagotable.
El sol en un ocaso permanente,
reseca la fontana del amor
y las caricias.
Escuálido el testigo penitente,
ausencia del arrullo, de la flor,
y las pericias.
Pequeñez sin fervores y sin luces,
estandarte sin voz y sin consuelo,
raíz de la ilusión arrinconada,
llanto inútil.
Procesiones sin cantos, sólo cruces,
tristes amaneceres en desvelo,
sin brillos en los días, una espada
yerta, fútil.
María Bote