CANTATA
CANTATA
La pena ya no me duele,
no tengo piel sino escarcha.
El corazón, sutil junco,
en orillas sin templanzas.
El atrio de mis zozobras
muestra un zócalo de nadas.
Un aguijón me persigue,
desnudo de la palabra.
Es mi nido un pedregal
oscuro, donde las albas
no encuentran sus acomodos;
vacío de flor y ramas.
Llevaré puesta la risa
por cauces sin luz ni aguas,
mientras consumo las horas
sin las voces esperadas.
Quiero citar al destino
con una lucida máscara,
aunque juegue con mis sueños
por las veredas sin alma.
Y no quiero enanchar ríos
con afluentes de mis lágrimas.
Impregnaré de matices
la tarde fecunda y clara.
Ya no me duele la pena,
bailo al son de mi cantata…
María Bote