CANTATA


CANTATA

La pena ya no me duele,
no tengo piel sino escarcha.
El corazón, sutil junco,
en orillas sin templanzas.

El atrio de mis zozobras
muestra un zócalo de nadas.
Un aguijón me persigue,
desnudo de la palabra.

Es mi nido un pedregal
oscuro, donde las albas
no encuentran sus acomodos;
vacío de flor y ramas.

Llevaré puesta la risa
por cauces sin luz ni aguas,
mientras consumo las horas
sin las voces esperadas.

Quiero citar al destino
con una lucida máscara,
aunque juegue con mis sueños
por las veredas sin alma.

Y no quiero enanchar ríos
con afluentes de mis lágrimas.
Impregnaré de matices
                    la tarde fecunda y clara.

Ya no me duele la pena,
bailo al son de mi cantata…

María Bote

MORADOR DE SILOS

MORADOR DE SILOS
(escrito en el claustro del monasterio de silos, a su ciprés)

Con vetusto verdor buscas al cielo
desde la orante paz de los sigilos
y fuiste, arcano morador de silos,
de monjes y poetas el consuelo.    

Tu corazón de ramas teje un velo,
los ángeles orlando están sus filos,
los ruiseñores juegan con los hilos
de la aurora, pensiles del anhelo.

Te conmina mi Dios hasta su altura,
sobre el claustro, testigo de tu aliento,
mientras surgen plegarias en la tarde.

Hoy mi soñar se fija a tu hermosura
en fervorosa ofrenda del fermento
sublime de la fe, que en Silos arde.

María Bote.

SOLEARES


SOLEARES

                    por las aguas de los mares
navegan los desencantos
en barquillas de corales.

En la noche sin estrellas
triste llora el corazón
 por el cielo y su alameda.

La blancura de tu cara,
mi niña, quise besar,
y se transformo de grana.

El sueño de mi inquietud,
busca de tu piel la seda,
de tu mirar, el azul.

Queriéndote sin enojos
 quiero sentir tu sonrisa.
A tu querer me abandono.

Mis labios, ya son dos hojas
marchitadas por el tiempo
y por los pesares rotas.


María Bote
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