TUS BESOS




TUS BESOS

Al estrenar tus besos,
se perdía la infancia entre las nubes.
Sonaron himnos
de las flores silvestres.
Se extasió el cáliz de los árboles.
        Tu anhelo escrito
en un cristal de hierbas,
cosechaba la púrpura en mis labios.

María Bote.

QUIERO...



QUIERO


Quiero escuchar tu voz en el momento
en que  la madrugada se despierte,
quiero estrenar los ojos para verte
cuando  baje la luz del firmamento.


La mariposa leve de mi aliento
vuela sobre tu piel, para tenerte
bajo sus alas; buscará la suerte
de crespones y músicas al viento.


¿Por qué al soñar, desnuda  me despierto
con el ajado frío de lo inerme,
si tu dulce presencia no me invade?


Busco el instante repetido y cierto
de tu abrazo que quiera  poseerme
en un tálamo azul de luna y jade.

 María Bote


LA VOZ DE LOS CREPÚSCULOS



LA VOZ DE LOS CREPÚSCULOS

Cuando lloran los seres grises y malheridos,
necesitan abrazos
y palabras de estrellas;
y cuando los persiguen las sombras de la noche
solicitan destellos,
canciones, luminarias.
Si les queda vacío el hueco de sus manos,
yo les daré la espiga
con su ofrenda de pan
y un remanso de fuego fundidor de amarguras;
atisbo de verdades,
hileras de esperanzas.
Cuando errantes van solos, injustamente tristes,
precisan un cardumen
de consuelo y amor.
¿Por qué lloran los hombres mientras canta la mar?
acaso porque oyeron
la voz de los crepúsculos.         

María Bote

OTOÑO DE LA VIDA



OTOÑO DE LA VIDA
(Soneto en asonante)

El árbol se estremece por las hojas
caídas de su esencia y su regazo,
y recoge la luz de los ocasos
en los días que gimen y se acortan.

También mi corazón, de ausencias llora
en pretiles de ocres y dorados.
Otoño de la vida desechando
raíces de simientes que me abonan.

En la tarde se escucha la campana,
riega con su tañer y su armonía
la ruda sequedad de los caminos.

El tiempo y su cadencia se derraman
sobre el tapiz gastado de la vida,
añorantes  del sol en su retiro.

María Bote

LA HOGUERA



LA HOGUERA


Una hoguera de luz centelleante
es tu mirada, rayo de tus ojos,
corriente de mi fe, de mis antojos,
resumen de lo bello en cada instante.

De caricias y música portante,
y  jugo de la esencia en el manojo
de la dorada miel, dulce sonrojo,
nacida de un fulgor tenaz, brillante.

Si me quemo en la lumbre de tus brazos,
recibe mis cenizas como ofrenda
colgada en la raíz  del corazón.

Mis besos dormirán en los regazos
de la dicha que abona tu prebenda,
presente en el deseo y la pasión.

                             
                                   María Bote
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